¿Cuándo terminará todo esto? Ciertamente es la pregunta que todos se están haciendo en estos largos días de cuarentena. Desafortunadamente, nadie tiene la respuesta: inicialmente quizás, pecando con un poco de ingenuidad o de superficialidad, todos subestimamos la peligrosidad de la situación. Cada uno de nosotros pensó que podríamos tener algo de tiempo libre para ver películas, leer, cocinar y descansar. Hoy, sin embargo, la conciencia de que no durará poco, se está haciendo más clara en nuestra mente.
Pero, en estos días pensé: ¿será que la cuarentena durará cuarenta días?; y especialmente, ¿por qué serían suficientes cuarenta días?
Me puse a leer y obtuve la respuesta: 40 días, es el período en que la ciudad de Venecia mantuvo los barcos bloqueados en la laguna para evitar la propagación de “la peste negra” en el siglo XIV. De esta práctica proviene la palabra “cuarentena” que se ha convertido en sinónimo de cualquier aislamiento y de separación por un período de tiempo al que está sujeto un grupo de personas, animales o bienes, que pueden haber estado expuestos a agentes de una enfermedad transmisible.
Interesante, pensé: estos venecianos… ¡fueron pioneros también en esto!
La duración del aislamiento, se había elegido sobre la base de concepciones pseudo-médicas, esotéricas y religiosas: además de la referencia a las teorías hipocráticas sobre la duración de las enfermedades agudas, el número 4 se consideraba un número de Pitágoras y 40 eran los días que Jesús pasó en el desierto.
Entonces, seguí preguntándome ¿será que algo bueno se pueda “sacar” de esta “desgraciada” cuarentena?
He leído que las reacciones a estas emergencias son diferentes: de una parte se ha observado la exacerbación de los marcos psicopatológicos preexistentes, como los estados de ansiedad depresiva o los trastornos obsesivos compulsivos; en otra tenemos la apariencia de síndromes reactivos que pueden conducir a trastornos reales como el de estrés postraumático.
¡MAMMA MIA! (me he dicho dentro de mi)
Pero, pero leyendo más en profundo he encontrado también cosas buenas, increíbles, que surgieron en tiempos de “reclusión” por cuarentena: en mi tierra, dentro de los muros de mi ciudad, Firenze, a finales de 1522 llega la plaga (la peste) y quién puede, abandona la ciudad: Jacopo da Pontormo (famoso pintor renacentista) es uno de los que se van, pero se detienen cerca, en la Certosa del Galluzzo. Él, que era una personalidad extremadamente atormentada, vivió el período más pacífico de su vida, realizando los frescos de la obra maestra “Historias de pasión” en el gran claustro.
Pero, también yendo un poco más allá de lo artístico, Isaac Newton, durante “la peste” del 1666 que azotó Londres, mientras pasaba largas tardes en aislamiento forzado en el jardín de su villa en el campo, vio la caída de la famosa manzana y así tuvo la intuición de la ley de la gravitación universal. En el mismo período descubrió que la luz solar no era un elemento uniforme y homogéneo, sino que estaba compuesto de “partículas” de diferentes colores que viajaban a diferentes velocidades: esto indica que la investigación científica no se detiene en situaciones extremas, es decir en los eventos catastróficos, guerras o epidemias que son.
Entonces, espero que de esta pandemia, de esta “aburrida” cuarentena en este lugar mágico que es Guatemala, se aproveche el momento para hacer grandes cosas: hoy el periódico argentino “La Nación” ya anticipó que Guatemala es el país que mejor está manejando la crisis sanitaria en toda América Latina: podría ser la primera señal que ¡una nueva época está empezando por este maravilloso país!
Gabriele Musto