Un ícono de la bebida italiana, nacido después de la guerra y que se convirtió en la reina absoluta. Gracias a una receta inimitable y de alto secreto.
Brillante. Luz, en boca de todos. Un rayo rojo famoso como pocos otros. “Fresco, soleado y luminoso”. Claves con las que es difícil equivocarse: Aperol es el protagonista de la fiesta. El licor italiano que marcó una y más eras, lo que da una fecha importante a la tarjeta de identidad: 1,919.
Cien años traídos con elegancia y también con un look rock que le permitió seguir siendo un protagonista en el siglo pasado. Distribuida en docenas de países alrededor del mundo, la de Aperol es la historia de una Cenicienta que se convirtió en reina. Pocos meses después del final del primer conflicto global, en una Italia que poco a poco unió las piezas, en Véneto, en Padua, se organiza una de las muchas declinaciones del genio italiano.
Durante la Feria Internacional, los hermanos Barbieri inventaron una receta muy secreta, que aún se mantiene sin cambios, que proporciona un equilibrio entre un bajo contenido de alcohol (11%) y una mezcla de hierbas y raíces que le permite tener un sabor perfecto y lleno de cuerpo para soportar los la competencia de otras grandes bebidas – y no solo -. Inicialmente bajo los auspicios de la marca Barbieri, podría haber sido uno de los muchos, y buenos, licores producidos en el país, sin embargo, su ascenso fue sin posibilidad de apelación; Una botella sinuosa con características de libertad, renovada en 2017, en vista del centenario, mantiene el mismo encanto de los años 20: se abrió camino lenta pero inexorablemente, atrayendo un target preciso del mercado, consumidores que aún le son fieles: jóvenes, deportistas y las mujeres.
Fuente: La Repubblica 29 de enero, 2019